Con fines geotécnicos suele ser empleada la
sísmica de alta resolución o símica superficial. Con una fuente de energía no excesivamente potente (golpeo de martillo de impacto) se general ondas sísmicas que son registradas en una serie de estaciones (geófonos) distribuidos en el terreno. Mediante el estudio de las distintas formas de onda y sus tiempos de trayecto, es posible obtener imágenes sísmicas del subsuelo que posteriormente se relacionan con los niveles geotécnicos.
Usando la técnica de sísmica de refracción se obtiene una imagen del subsuelo en términos de campo de velocidades sísmicas (ondas P). Tiene como objeto determinar la estructura del subsuelo, además de conocer la situación de un hipotético sustrato rocoso. Se usa igualmente para estudios de ripabilidad.
Con el análisis de tomografía sísmica, variaciones del modelo como capas de baja velocidad o variaciones laterales no son limitaciones. Mediante un proceso de inversión iterativo se consigue el modelo más adecuado.
Otra posibilidad de estudio sísmico es mediante el análisis de dispersión de ondas superficiales (MASW). Con este método es posible obtener un modelo unidimensional, o generar secciones del terreno, de distribución de velocidades de ondas S con la profundidad. Este tipo de medidas es especialmente útil para conocer la distribución de niveles geotécnicos en profundidad aun cuando existen capas “blandas” intercaladas. Se emplea igualmente para la obtención de módulos de deformación dinámicos del terreno y generalmente para la clasificación de la Vs30 en estudios de riesgo sísmico.
Con el ensayo Down-hole es posible obtener igualmente los módulos de deformación elásticos dinámicos del terreno. En este caso es necesario disponer de un sondeo en el que se introduce un geófono triaxial.
Para estos estudios GEONOR dispone de un sismógrafo de 24 canales y 24 bits, DOLANG DBS-280B.